Ya que vamos a
empezar trabajando la intervención en fachada y puestos a buscar algunos
ejemplos, ¿qué mejor que empezar con uno cercano? Pues nos vamos a Bilbao, a su
museo de Bellas Artes en concreto, donde encontramos una muestra genial de este
tipo, una "guía" cómo puede ir creciendo a lo largo del tiempo un edificio y, de
paso, un edificio precioso, porque no hace falta irse tan lejos para ver buena
arquitectura. Y es que, después de varias ampliaciones a través de los años, ha
ido creciendo con una elegancia que resulta difícil de encontrar en
intervenciones de este tipo, añadiendo nuevos estilos e interpretaciones sin
perder en ningún momento la coherencia entre sus partes.
Prácticamente en
el centro de Bilbao, en el Parque de de doña Casilda, podemos explicarlo en
tres partes. En primer lugar tenemos la parte más antigua, de 1945,
acabada en ladrillo y de planta
rectangular y dos alturas con una galería que sale por la parte trasera y que
con un pórtico neoclásico da forma a un pequeño espacio con un estanque. A
principios de los 70 se hizo la primera ampliación, influida por el movimiento
moderno, añadiendo un nuevo bloque al conjunto del museo, cerrando por el sur
el estaque. Ya a finales de los noventa, se planteó la modernización de las
instalaciones y se presento a concurso una tercera ampliación, que buscaba
mejor las conexiones entre ambos edificios y optimizar los espacios del museo.
Esta última es la
que más nos interesa para nuestro proyecto, pues supuso un cambio en la piel
del edificio, incluso con pocos metros de ampliación en algunas zonas, como la
fachada oeste. Además se adapta de manera espectacular al clima bilbaíno,
prácticamente desapareciendo en los días de lluvia grises y resucitando al parque
cuando los rayos de sol iluminan sus fachadas y parecen cambiar de color entre
los altos árboles, sin hojas en invierno. Para más información, como plantas historia o exposiciones puedes visitar su página web